5 de julio de 2010

Graduación Promoción Filología Clásica 2005-10


DISCURSO DE LOS ALUMNOS GRADUADOS

Queridos padres, compañeros, profesores y demás asistentes. Amigos todos, pues en este camino sólo hemos podido hacer amigos.

Nos gustaría empezar con unas pocas palabras que honrasen todo lo vivido y aprendido. Y es que cuesta tratar con justicia todo este tiempo sin pararnos a pensar en todo lo que para nosotros ha significado. Han sido cinco años los que hemos pasado en esta casa, cinco años, pero parándonos a pensar parece que fue ayer cuando llegamos, cuando admiramos por primera vez estos muros de piedra, cuando nos sorprendimos con nuestra enorme biblioteca. Y es que Cronos nos es esquivo. Cuando creemos que lo tenemos entre manos, ya se ha ido. Si lo perseguimos, jamás se dejará atrapar, porque Cronos supera al humano entendimiento, tempus fugit.

Ahora, al mirar atrás, recordamos nuestro primer día en este caviladero, nuestra impresión bogando en un mar de apuntes, nuestros nervios traidores que durante tantas vísperas nos acompañaron, las numerosas visitas a nuestro particular pasillo ya fuera para esperar calificaciones cruciales, ya para examinarnos, nuestros desayunos a contrarreloj para llegar a tiempo a la siguiente clase (atragantamientos incluidos), o nuestras eternas jornadas en la biblioteca en el sitio de siempre. Recordamos profesores prendiendo luces en un camino de oscuras dudas, personas que supieron entender nuestras metas e inquietudes, amigos que supieron alegrarnos esta senda en los momentos más duros.

Valga dar ahora nuestro agradecimiento a todas estas personas, mas creemos que no será el que se merecen. Quizás algunos profesores nos regalaron menos tiempo de lo que nos hubiera gustado, pero los tenemos en igual estima que al resto. Pues todos y cada uno de ellos aportaron su granito de arena, su labor, sus ganas, su conocimiento, su entusiasmo y, sin duda alguna, su corazón. Durante este tiempo, en nuestra senda hemos encontrado trabas, dificultades y momentos duros, pero siempre hemos contado con el apoyo de nuestros padres. Ellos han sido luz de guía en este camino, a ellos hoy les queremos agradecer que hace ya cinco años nos apoyaran al adentrarnos en el canoso mar de la filología clásica. A ellos no les importó que siguiéramos nuestro corazón, que eligiéramos una carrera que la sociedad y muchas de nuestras autoridades rechazan y menosprecian, nosotros elegimos y ellos aceptaron porque nos quieren. A todos ellos, a los que están y a los que nos dejaron por el camino, ¡gracias por todo!

Unas palabras de enorme agradecimiento también deben dirigirse en el día de hoy a nuestras parejas. Ellas han sido motor de nuestras vidas y apoyo de nuestras decisiones. Ellas han aguantado nuestras largas jornadas de estudio, nuestros enfados ante exámenes imposibles, nuestra dedicación casi plena a esta carrera... Y es que como dijo el filósofo: 'Amar es encontrar en la felicidad de otro, tu propia felicidad'. Pues han sabido ver que parte de ella se encontraba en nuestros estudios, en completar esta etapa que sin duda nos ha marcado y nos marcará para siempre.

Precisamente es en estos momentos cuando más nos enorgullece haber elegido este sendero, éste y no cualquiera de los otros muchos que alguna vez nos fueron aconsejados como preferibles, simplemente porque desde fuera parecía más tranquilo, más seguro. No, nosotros elegimos el sendero de las palabras, de las letras, del conocimiento que renace día a día a través de océanos de tiempo para ser descubiertos una vez más por la curiosidad de algún estudiante. En estos momentos, en un mundo poblado de progresos y que no por ello progresa, lleno de tecnología y abundante en vacíos, más que nunca tenemos conciencia del valor incalculable de las letras que ahora ya forman parte de nosotros. Reducir nuestro aprendizaje a un compendio de reglas gramaticales, tópicos literarios, teorías y libros, es una terrible equivocación, igual de grande quizás que considerar al latín y al griego como simples lenguas muertas. Podemos sentirnos orgullosos de llamarnos filólogos.

Anabel, Eugenia, Jesús, Juan Carlos, Iván, llevamos mucho tiempo esperando este momento. “¿Habremos aprendido algo para entonces?”, nos solíamos preguntar en los primeros días. Se trataba del juego de la liebre y la tortuga, sólo que sin liebre.

Todos somos tortugas. No sólo los filólogos clásicos que hoy nos licenciamos, sino también nuestros camaradas de Hispánicas e Historia. Todos hemos ganado. Hemos construido lo que nos parece nuestra Torre de Babel particular, pero nos esperan nuevas ambiciones y proyectos que llevar a cabo. Hoy no celebramos un fin, sino un nuevo comienzo; no la meta alcanzada, sino las metas futuras.

Por descontado, nos llevaremos con nosotros los mejores recuerdos de la familia que hemos formado aquí profesores y alumnos. Cosas como el maravilloso viaje a Grecia que hicimos en 2007; conversaciones de sintaxis griega que derivan en debate sobre el peso de los cerdos; cierto profesor que en medio de un examen pregunta por su lápiz sin saber que lo tiene en su oreja; la explosiva mezcla que hemos llegado a experimentar entre la literatura latina y el inefable Chiquito de la Calzada (sí, esas mismas caras pusimos nosotros la primera vez). Con vuestra venia, no diremos nombres pero es obligada una mención especial a nuestro querido don Luís Charlo, leyenda viva de la Filología Clásica pero sobre todo de humanidad. En cierto día nos llamó la atención sobre un anuncio que había leído en Internet: “se pintan casas a domicilio”. Quien pase por su despacho todavía escuchará nuestras carcajadas.

Señores, amigos, tenemos motivos para estar orgullosos. Hemos conseguido algo importante, además de un título. Nos llevamos de aquí amigos, familia y buenos sentimientos. “¿Habremos aprendido algo para entonces?” Sí, lo hemos aprendido. Por todo ello, esto no es ningún fin, sino un punto de inflexión para llegar a nuestro verdadero destino. Ítaca está todavía muy lejos.

Muchas gracias.

Anabel, Eugenia, Iván, Jesús y Juan Carlos.
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VOS QVIDEM MACTI VIRTVTE INGENIOQVE ESTOTE!